El 2 de febrero celebramos con alegría el Día de la Vida Consagrada.

“La vida consagrada es un don de Dios Padre a su Iglesia por medio del Espíritu. Con la profesión de los consejos evangélicos los rasgos característicos de Jesús —casto, pobre y obediente— tienen una permanente « visibilidad » en medio del mundo, y la mirada de los fieles es atraída hacia el misterio del Reino de Dios que ya actúa en la historia, pero espera su plena realización en el cielo”. (S. Juan Pablo II, Exhort. ap. Vita consecrata)
Durante la semana, tuvimos la oportunidad de reunirnos con las comunidades religiosas de la Arquidiócesis de Durango en adoración al Santísimo, seguida de una convivencia fraterna y culminamos con la celebración eucarística presidida por Monseñor Faustino.
Fue un auténtico encuentro en comunión con Cristo, donde compartimos momentos profundos de reflexión, oración y alegría. Estas experiencias nos permitieron fortalecer los lazos que nos unen en la misión de servir a Dios y a nuestros hermanos.
Que este día, dedicado a la vida consagrada, nos inspire a vivir con mayor generosidad y amor para poder encontrar formas de servir y de ser luz en la vida de los demás.
Nos encomendamos a sus oraciones.